¡EL DESIERTO PUEDE FLORECER! 5 domingo de Cuaresma, ciclo C.

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • Dios abrirás ríos en el desierto
  • Correr hacia la meta y olvidar lo que queda atrás
  • ¿Quién condena?

Dios abrirá “ríos en el desierto

Si en el pasado Dios “abrió un camino en el mar”, Dios también actúa en el presente: «abriré ríos en el desierto». 

En este año 2025, tras la crisis de la pandemia y de las guerras locales (Ukrania y Rusia, Israel y Palestina…), podemos caer en la tentación de idealizar épocas anteriores o caer en el derrotismo. Somos Iglesia y estamos llamados a ser profetas de lo nuevo: en realidades emergentes (ética digital, ecología integral). ¿Cómo? Como el agua en el desierto: siendo signo de vida allí donde hay sequedad espiritual (individualismo, soledad existencial).

Correr hacia la meta y olvidar lo que queda atrás

En 2025, en una sociedad obsesionada con el éxito (likes, productividad, juventud eterna) y una Iglesia tentada por el auto-ensalzamiento (luchas internas, cifras de bautizados), la segunda lectura de la carta a los Filipenses es un antídoto.

En ella Pablo desprecia los «méritos» que ha conseguido en el ámbito religioso. Y confiesa que lo único que aprecia y abraza es a Cristo, como su única razón de vivir. Pablo describe la santidad -¡no como un trofeo!-, sino como una carrera: caer y levantarse, son los ojos fijos en quien nos conquistó primero. Por eso la pregunta-clave es: ¿Qué «méritos» debemos soltar para abrazar la pobreza de Cristo? No pocos se abrazan al tradicionalismo, otros a los éxitos pastorales, otros a las identidades de grupo. Otros se abrazan al Jesús que acoge a los pecadores y come con ellos.

«¿Quién condena? 

En el evangelio de hoy Jesús desarma a los acusadores de la mujer con un doble gesto: perdón sin ingenuidad («no peques más») y denuncia sin violencia («el que esté sin pecado…»). La Iglesia se encuentra también hoy 2025 -como Jesús- en la plaza pública. Y le plantea temas éticos candentes: bioingeniería, eutanasia, migraciones masivas… ¿qué puede la Iglesia aprender de Jesús?

Conclusión: «El desierto puede florecer»

En un mundo sediento de esperanza, estos textos son la brújula. Como Isaías hemos de creer que Dios actúa hoy, no ayer. Como san Pablo hemos de soltar el lastre para correr hacia Cristo. Como Jesús seamos custodios de la alianza con manos abiertas. Seamos “arena sagrada” donde Dios puede escribir caminos nuevos. Arena que no atrapa, sino que acoge las huellas de quienes buscan volver a casa.

[Estribilllo]
Leemos en la arena, Jesús,
tus palabras silenciosas,
misterios que desarman
a quienes lanzan piedras
Sólo de tí viene la Luz.

[Primera estrofa]
Jesús disipa nuestras noches,
su luz desnuda la hipocresía.
No hay condena que resista su palabra,
solo un sendero queda abierto:
“Vete y recupera tu hermosura”.

[Estribilllo]
Leemos en la arena, Jesús,
tus palabras silenciosas,
misterios que desarman
a quienes lanzan piedras
Sólo de tí viene la Luz.

[Segunda estrofa]
Hoy la Iglesia debe preguntarse:
¿es semilla o sepulcro su verdad?
¿Levanta al caído con manos abiertas,
o humilla al débil con su autoridad?
En un mundo de piedras y desiertos,
¿será agua viva o eco muerto?

[Tercera estrofa]
Trazó Jesús palabras en el polvo,
en el suelo oscuro del juicio vano.
Los acusadores, desarmados,
se esfumaron como sombras al alba.
Y solo ante ella Jesús proclamó:
“Recibe de Dios el perdón y su amor”.

[Cuarta estrofa]
Hoy en las plazas
el odio se atrinchera;
escribamos con tiza
una nueva primavera.
No con dogmas rígidos
ni fríos decretos,
sino con palabras que sanen los huesos.
Escribamos el perdón en cada herida,
y edifiquemos el Reino en nuestra vida.

[Estribilllo]
Leemos en la arena, Jesús,
tus palabras silenciosas,
misterios que desarman
a quienes lanzan piedras
Sólo de tí viene la Luz.

(1 de abril, 2025, 10:17)

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“DIOS NOS SORPRENDE: NUEVO COMIENZO – Domingo 4 Cuaresma

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • Un nuevo comienzo
  • Reconciliación: no condenar sino abrazar.
  • La misericordia que desarma

Un nuevo comienzo

La primera lectura -tomada del libro de Josué- nos presenta al Pueblo de Israel dejando atrás el desierto, el alimento del maná, los 40 años de camino por el desierto. Ahora el pueblo tiene la Tierra que Dios le prometió. E inicia un “nuevo comienzo”. Hoy, en la Iglesia vivimos un tiempo de transición: sinodalidad, reformas, desafíos pastorales. Como el pueblo de Israel tenemos que madurar y superar divisiones, clericalismos, rigideces. La enfermedad y recuperación del Papa Francisco nos recuerdan que la fragilidad no es obstáculo, sino espacio para confiar en Dios, que nos guía a tierras nuevas.

Reconciliación: no condenar, sino abrazar

La lectura de la segunda carta de san Pablo a los Corintios nos dice que “en Cristo somos «nueva creación» y que nuestra vocación es ser «ministros de la reconciliación». En un mundo fracturado por guerras, desigualdades y polarizaciones, la Iglesia debe ser puente, no muro. El pontificado de Francisco insiste en esto: una Iglesia en salida, que sana heridas (cf. Amoris Laetitia, encuentros interreligiosos, atención a migrantes). La reconciliación exige valentía para pedir perdón (como el hijo pródigo) y para ofrecerlo (como el padre). En un tiempo de críticas internas y divisiones, esta lectura de san Pablo nos desafía para que reconozcamos nuestra vocación profética: no condenar, sino abrazar; no excluir, sino integrar.

La misericordia que des-arma

Si algún texto pudiera denominarse “corazón del Evangelio” la parábola del hijo pródigo ganaría el premio: Dios es Padre que corre al encuentro, restaura dignidades y celebra la vida: ¡corre, restaura y celebra!

Jesús relata la parábola -¡y esto es muy importante!- ante fariseos que murmuran por su cercanía a los pecadores. Hoy, algunos cuestionan el estilo pastoral de Francisco, acusándolo de «laxismo», mientras él insiste en que la misericordia no es herejía, sino revolución. La Iglesia no puede ser como el hijo mayor, resentido ante la gracia concedida a otros. El Papa, en su fragilidad física, nos enseña que la auténtica fuerza está en la ternura: visitar cárceles, lavar pies, escuchar a los descartados. La enfermedad del Pontífice es también símbolo: la Iglesia debe sanar de autorreferencialidad para abrazar su vocación de «hospital de campaña».

Conclusión

El mensaje de este domingo debe interpelarnos. Estamos en “tierra nueva” -como Israel en la tierra prometida: es hora de cosechar lo sembrado con paciencia a lo largo de estos últimos años. Como Pablo, somos embajadores de un Reino que no se construye con poder, sino con servicio. Como el padre de la parábola, estamos llamados a ser signos de un amor que no calcula. La convalecencia del Papa Francisco es un llamado a confiar: ni las estructuras ni los líderes salvan, sino Cristo, que renueva todo (Ap 21,5). Que esta etapa invite a la Iglesia a caminar con humildad, audacia y compasión, sabiendo que, incluso en la debilidad, Dios hace «nuevas todas las cosas».


“UN NUEVO COMIENZO”

[Estribillo]
Un nuevo comienzo… es tiempo de renacer
La Misericordia esperándote está
Dios Abbá te sale al encuentro
no temas, te busca, ¡te abrazará! 

[Estrofa 1]
Deja tu extravío y niega tu vanidad
deja tu corazón mostrar su bondad
Tu Dios te busca y hacía tí se desvía
se acerca a tí, porque en tí confía 

[Estribillo]
Un nuevo comienzo… es tiempo de renacer
La Misericordia esperándote está
Dios Abbá te sale al encuentro
no temas, te busca, ¡te abrazará! 

[Estrofa 2]
Estrena nueva túnica y anillo de señor
tu esclavitud en el pasado queda
la nueva casa.hogar te ofecerá
y reiniciarás  un programa de amor 

(Estribillo]
Un nuevo comienzo… es tiempo de renacer
La Misericordia esperándote está
Dios Abbá te sale al encuentro
no temas, te busca, ¡te abrazará! 

[Estrofa 3]
Como el padre que corre, restaura y celebra
Abrazamos al que vuelve, con gracia plena
No juzgar sino acoger, servir con humildad
En la debilidad, brilla la eternidad

[Estribillo]
Un nuevo comienzo… es tiempo de renacer
La Misericordia esperándote está
Dios Abbá te sale al encuentro
no temas, te busca, ¡te abrazará! 

[Final]
Un nuevo comienzo, es tiempo de confiar
En Cristo que renueva, y nos viene a transformar

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DIOS QUE LIBERA – ÍDOLOS QUE DECEPCIONAN – 3 domingo de Cuaresma

Alessandro Serra
  • El Dios que ve, escucha y libera
  • ¡Yo soy el que seré! ¡Los ídolos… nada y vacío!
  • Si no os arrepentís, ¡pereceréis!

1. El Dios que ve, escucha y libera

Moisés se introdujo en el desierto y allí Dios le esperaba… y se le manifestó en una zarza ardiente e incombustible. Quien se le reveló era Dios. Y Dios, profundamente afectado por los sufrimientos de su pueblo: “He visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus opresores”. Moisés le pregunta por su nombre. Y Él responde: “Yo soy el que soy”, o tal vez mejor traducción, “yo soy el que seré”. Dios no se define como un sustantivo, sino como un verbo, lleno de dinamismo y de energía futura. A Dios se le conoce no por su nombre, sino por su actividad liberadora

2. ¡Yo soy el que seré! ¡Los ídolos… nada y vacío!

San Pablo “actualiza” aquel texto arcaico y lo aplica a la comunidad cristiana de Corinto y también hoy a nosotros: “Estas cosas les sucedieron como ejemplos, y fueron escritas para amonestarnos a nosotros”. Y seguidamente Pablo nos dice que también nosotros podemos caer hoy en la idolatría, la inmoralidad sexual y las quejas contra Dios. Hay personas para quienes el domingo es el día del futbol -su ídolo-, pero no el día del Señor -su dios verdadero-. Acuden al ídolo. Se excluyen del encuentro con el Dios verdadero. Hay personas para quienes el sexo es su dios, pero no el Amor liberador de Dios: prefieren la esclavitud de Egipto a la liberación de Aquel que les ofreció la libertad.

3. Si no os arrepentís… ¡pereceréis!

La respuesta de Jesús a dos tragedias que sucedieron en su tiempo enfatiza en la necesidad inmediata del arrepentimiento: “Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente”. Arrepentirse no significa que volvamos a los rituales religiosos, sin más, sino a que emprendamos un cambio radical en nuestros corazones y vidas; una llamada a reemprender el camino de Dios y abandonar el seguimiento de los ídolos.

Conclusión

¿Estamos escuchando la llamada de Dios, como Moisés? ¿Estamos dispuestos a arrepentirnos de todo aquello que nos desvía del proyecto liberador de Dios sobre nosotros?

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¡No llores ya, Jerusalén! (Via-lucis sonoro)

[Estribillo]

¡No llores ya, Jerusalén!
¡Ciudad de Paz!
Testigo de la tragedia
que transformó el mundo.

[Primera Estrofa]
Todo pasó hace tiempo…
¡Déjame ahora recordar
el final de Jesús
hasta el último momento:
desde el Cenáculo hasta Emaús,
desde Pilato hasta la cruz!

[Estribillo]
¡No llores ya, Jerusalén!
¡Ciudad de Paz!
Testigo de la tragedia
que transformó el mundo.

[Segunda Estrofa]
Tu súplica y agonía en el huerto,
Tu sed y tu muerte en el Calvario.
Tres días en el sepulcro,
Y revivió tu Vida,
Para hacerse encuentro,
en el jardín, en el camino.

[Estribillo]
No llores ya, Jerusalén!
¡Ciudad de Paz!
Testigo de la tragedia
que transformó el mundo.

[Tercera Estrofa]
En el Cenáculo… tu Espíritu,
En el cielo… tu destino.
¡No llores ya, Jerusalén!
Ciudad eterna que guarda
El eco de su Pasión.

(14 de marzo de 2025, 0:17)

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SAN JOSÉ – ESPOSO Y PADRE

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A veces no valoramos suficientemente el hecho de que José fue “el padre de Jesús”. En cambio la madre de Jesús, María, no tuvo el menor reparo en decirle a su Hijo Jesús, tras perderse en el templo: “tu Padre y yo te buscábamos” (Lc 2,48).

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¡PEREGRINOS! Conferencia cuaresmal 1.

Introducción

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CIUDADANOS… ¿DE DÓNDE? 2 domingo de Cuaresma ciclo C

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DESIERTO, FRAGILIDAD Y GRACIA – Domingo 1 de Cuaresma (ciclo C)

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TIEMPO DE CUARESMA 2025 – HUIDA HACIA ADELANTE

Podemos acostumbrarnos al paso del tiempo. Alguien dijo:” lo peor no es tener un alma perversa, sino un alma acostumbrada”. Por eso, hagamos de esta Cuaresma, o cuarenta días, algo auténticamente “nuevo” en nuestra vida.

El número 40 nos evoca los 40 años de desierto del pueblo de Israel -desde su salida de la esclavitud de Egipto, hasta su llegada a la Tierra prometida de la libertad-. El número 40 nos evoca también los 40 días que pasó Jesús -después de su bautismo en el Jordán- y donde fue tentado por el diablo y donde venció todas y cada una de las tentaciones.

Pensemos: ¿necesitaremos también nosotros cuarenta días de transformación? La Iglesia nos ofrece esta oportunidad. Imaginemos que participamos todos los días en la Eucaristía: escuchamos la Palabra, la interiorizamos, comulgamos el Maná de Dios, renovamos nuestra Alianza… Será una oportunidad única en nuestra vida.

La Iglesia en marcha está. A un mundo nuevo vamos ya, reza una de nuestras canciones. ¿Por qué no unirnos a la marcha… y abandonar lo viejo y deteriorado de nuestro mundo y soñar con otro mundo distinto? ¡Que pase este mundo y venga la gracia!, exclamaba el libro cristiano más antiguo después de los escritos apostólicos, la Dida­ché.

Hay cuaresma allí donde sentimos, como los profetas, el pánico de los poderes de la muerte, el pánico que impulsa hacia delante.

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CONSEJOS DE LA SABIDURÍA -Domingo 8º del tiempo ordinario

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • El mucho hablar, ¿qué desvela?
  • ¡Corrupción!
  • Dichos de Sabiduría
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